Ficha del lugar

 
 

La mansión de Lornacchia es lo único que queda del pueblo de Fog, al oeste de la Región de los Vientos. El pueblo se inundó para construir un embalse y solo la mansión, que estaba en lo más alto de una colina boscosa, se ve sobresaliendo en la superficie del lago entre los sauces y los álamos que cubren sus orillas.

Alrededor del lago, no habita nadie. El terreno está ocupado por llanuras de cebada y centeno, que tiñen de verde el horizonte. Y es que nadie quiere vivir allí. El viajero que se acerca por la zona puede vislumbrar sobre la superficie del agua las agujas y las torretas de la Mansión de Lornacchia, como si fueran un vaporoso espejismo entre la niebla que sube del agua. 

Cuando las tormentas azotan la región, la mansión se desvanece entre la niebla o se oculta tras la cortina de la lluvia. Eso hace que la gente diga que la casa está encantada y que se desvíen del camino para no pasar cerca del lago. 

Se supone que nadie vive ya allí. Su dueña, la excéntrica Lady Palmer, murió antes de que inundaran la región y nadie sabe quién es el  actual heredero de la casa. Desde luego, nadie ha venido por allí a reclamar su propiedad. 

Y Lady Palmer, que se supiera, no tenía hijos ni se le conocía pareja alguna. Vivía con una sirvienta y un cocinero, que abandonaron la región cuando su señora falleció y a los que nadie había vuelto a ver. 

Pero los lugareños del pueblo más próximo afirman que la casa parece cuidada, que los árboles que la rodean se podan y que, en las ventanas, ondean cortinas de gasa. Incluso a veces por la noche, en noches de luna muy clara, es posible ver luces amortiguadas en el interior de la vivienda. 

Para llegar a la Mansión de Lornacchia hay que atravesar con un barco el embalse de Fog y nadie está muy dispuesto a hacerlo, porque dicen los más viejos que los que lo han intentado nunca volvieron. 

«De todas maneras», sostiene la vieja Theresa, la matrona de la localidad más cercana, «solo es posible ir en verano. Acercarse a la mansión en invierno es mortal porque el agua parece que cobra vida y destruye a cualquier intruso». 

La vieja Theresa lo dice porque rodear la mansión en una embarcación pequeña puede ser peligroso y difícil. La zona del lago en la que está, se ubica muy cerca de una cascada y las corrientes son fuertes, lo que hace que la navegación sea compleja. 

Pero ya se sabe que todo el mundo tiende a crear misterios donde no los hay. 

 

Relato

 
 

CIRUGÍA A CORAZÓN ABIERTO

Lady Palmer sonríe. El cirujano le había dicho que no debería sentirse diferente después de la operación. Incómoda, sí, pero nada más. No como se está sintiendo, desde luego. Nuevamente joven, llena de energía. Después de años, como un despojo humano sin poder salir de la residencia, vuelve a sentirse viva. 

Casi no le importa el ruido que hace la familia de Alberto, , el paciente del cubículo de al lado, en la hora de visita. A Alberto le han hecho un bypass, como a ella, pero no parece que le haya sentado bien. Ha estado mucho más tiempo ingresado en la UCI, aunque lady Palmer cree —porque se lo oyó decir ayer a las enfermeras, antes de que la bajaran a quirófano— que hoy  lo suben a planta. 

Cuando el médico se acerca a su cama, lady Palmer sonríe. Pero él no le devuelve la sonrisa, se le ve preocupado mirando el monitor que no para de sonar. Pero ella se encuentra bien. Tan bien que cierra los ojos y se imagina regresando a Lornaccia de nuevo. Va a comprarle unos ramos de rosas a la mujer que siempre está en la esquina de la carretera, y adornará la mansión. Abrirá las ventanas porque no le importa que entre el frío. Ahora no. El frío le parece ahora un regalo. 

Casi puede ver la casa, siente la manija de la puerta en su mano. El olor del agua del lago. Lady Palmer sonríe de nuevo y deja que la puerta de Lornaccia se cierre tras ella.